El malvado poder de los ex

Hacen lo que quieren. Los olvidamos un tiempo, "no se si quiero volver ahora", decimos, pero si nos juguetean unos días nos tienen de nuevo a sus pies.
Son poderosos como el Kohinoor.
Es increíble, a los ex les encanta seguir siendo amigos tuyos. Como que en el fondo saben que así nunca uno va a poder despegar.
-Es mi ex y somos "re" amigos.
Cuando alguien te dice eso, seguro que el que dejó al otro es ese, o si siguen siendo amigos con derecho a roces, es porque en el fondo (o no tan en el fondo), el dejado supone que de alguna manera, sea por sexo o lo que sea, el otro, tarde o temprano va a volver. Error.
El ex que nos dejó, tiene y tendrá siempre el poder, y no quiere volver.
Si quiere volver, es porque hemos tenido un instante de seguridad, apenitas nos tiene de nuevo a sus pies, desisten.
Por otro lado, está esa sensación de que si necesitamos contención, tiene que ser de "el" (léase también "ella" en el caso que corresponda, aunque en general la cosa es "el" con ella o "el" con el).
Estamos mal, por el y enseguidita aparecen otras cositas por ahí. Tenemos problemas de trabajo, nos peleamos con tal o nos estafan en lo otro, y claro, necesitamos el consuelo de "el". Ahí nos sale el martir de adentro a full, porque "el" no quiere consolarnos, nos quiere a sus pies. Nosotros queremos que nos abrace, que nos diga que nos quiere, y el quiere sexo. Le damos el sexo y después, quiere más sexo o quiere irse a su casa, o mirar tele.
-¿Porqué no me llamaste a mi? -Nos dice nuestra amiga que siempre nos caga a pedos.
-Porque lo "necesitaba" a "el".
Mentira, necesitábamos que el nos diga lo arrepentido que estaba de habernos dejado, necesitábamos que nos diga que se dió cuenta que somos los mejores, que se dió cuenta que nos ama, nos conformamos con un "te quiero" amorfo y de compromiso pero ni eso, y como no lo logramos, terminamos peor.
De repente un día desaparecen. No estaban seguros, y encuentran algo "mejor". -Es que conocí a alguien, y no se... hacía tiempo que no sentía esto.
El mundo se detiene, la angustia nos cierra el pecho, no lo podemos creer, decimos que fue de golpe. Siempre es de golpe. Siempre nos dejan de repente.
Nos cuenta esto a nosotros y deberíamos estar felices de su felicidad.
¡Que traiga a la rubia pelotuda a cenar a casa, dale, que somos amigos, que estoy feliz y le pongo un poquito de raticida! ¡Qué lindo!
A, ¿No es rubia?, no importa, es una boluda, seguro. Y fea.
¡Y por favor, si es flaca que no me lo diga nadie, porque hay raticida para todos!
Cuando "dejamos", en cambio, lo vamos elaborando de a poquito. Adentro nuestro, lo venimos pensando, pero el abandonado no. El abandonado (o sea por ejemplo yo) se estuvo rompiendo la cabeza pensando métodos de seducirlo, preparando cositas para enamorarlo de nuevo, creyendo que todo tiene solución inclusive cuando pensamos en que no la tiene. Y de repente, viene el otro y nos dice que ya está. Justo cuando íbamos a estrenar el camisonsito nuevo (al pedo, porque nunca miró ningún camisoncito), justo el día que pensábamos hacerle la comida definitiva para que nos diga que cocinamos mejor que su mamá, se va.
A veces no es que lo amábamos. A veces, nos toma de sorpresa y era cuestión de tiempo. Si hubiésemos seguido un mes más, un año, los abandónicos hubiésemos sido nosotros.
El dolor es directamente proporcional al tiempo que hubiésemos necesitado para abandonarlo nosotros.
Un mes, menos dolor, un año ni hablar. Por favor, no esperar nunca a que el otro se consiga a alguien. El nunca nos va a dejar del todo. Siempre nos va a querer llamar, ver o porque no decirlo, coger (si el sexo era bueno). Pero por esto, no va a volver. Los que tenemos que poner fin absoluto somos nosotros.
No llamar, atender con distancia. El va a llorar. Eso seguro, esto no quiere decir demasiado, todos lloran. Es el ego que se le va al piso, pero a nosotros nos da tiempo para ir rumiando el abandono.
A veces, nos damos cuenta después de un tiempo que en realidad no lo amábamos. Pero eso no importa, porque cuando nos damos cuenta de eso, enseguida pasará el que le sigue que dejará al de atrás hecho tan sólo un recuerdito alegre.