Algo que no soporto es que me hagan preguntas cuando recién me levanto.
Sepan, gente, que cuando recién me levanto no necesito que me den a elegir entre té o café, porque me da lo mismo, y si después no quiero no importa, después no me voy a enojar, me voy a enojar ahora.
Lo que más me da bronca es que me den a elegir, o sea, que me hagan pensar.
Y lo peor que me pueden preguntar en estado de "recién amanecida" es una dirección, un teléfono (aunque sea el mío) o (lo peor de todo) cómo llegar hasta a algún lugar.
Otra cosa odiosa es en los hoteles (hoteles de vacaciones) que el que me atienda me hable feliz de las maravillas del lugar y me pregunte adónde voy a ir ese día y hasta cuándo me quedo mientras mi mundo interno se debate entre sólo molerlo a palos o el homicidio.