No hay situación más espantosa que cuando se empieza un curso de algo y el primer día te "obligan" a presentarte delante de todos con respuestas del estilo "cuestionario policial".
"Hola... soy tal... tengo tantos años, vivo en tal barrio y lo que "busco" es (aquí viene la parte psicológico/ inconciente/ metafísica/ insoportable del asunto)
Según el tipo de curso uno puede darse cuenta de si la gente que va lo hace para conocer gente, para desinhibirse, para hacer algo con sus horas muertas o simplemente porque le gusta ESO exactamente, pero igual hay que decirlo.
Y no es nada fácil.
Yo particularmente me paso tooodo el tiempo que tarda en llegar mi turno, ensayando mentalmente voces y "formas" de decir lo que quede más inteligente sin parecer soberbia y sin que me tiemble la voz, pero obvio que la voz me tiembla hasta en el subconsciente.
Por supuesto, durante esa espera de corazón tembloroso, no escucho NADA de lo que dicen los otros, pero como no me escucho ni a mí misma, estoy lejos de tranquilizarme pensando que los otros TAMPOCO me van a escuchar a mí.
EL peor puesto se lo lleva el primero de todos. No sé cómo hace la gente que es primera en estas cuestiones, yo creo que si a mi me tocara el primer turno lo único que atinaría a hacer es a repetir "jijiji" cada cinco minutos mientras intento explicar que me llamo Teresa y que mi edad no tiene importancia... jijiji.
Si te toca el último puesto uno ya está canchero porque ya todos los primeros te fueron dando letra y tenés un verso bastante coherente bien armado, así que eso no sería problema, pero hay que estar conciente de que en ese momento TODOS te están prestando atención, por que ya pasaron lo peor.
Y al día siguiente, recién comenzarás a conocer los nombres y las caras y la gente que no pudiste oír ni ver el primer día porque las tapó el interrogatorio para conocer los nombres y las caras y la gente.