Hay algunas cosas que suelo hacer a la hora de comer, que no las haría adelante de la gente.
En general son cosas bobas o manías, como por ejemplo sacarle primero todas las semillas a la mandarina para que luego nada se interponga entre el jugo de la fruta y yo. O tomarme directo del plato el zumo sobrante de algún durazno recién pelado.
Una de las cosas que más me gustan es tomarme el jugo de las ensaladas.
La de "tomate, cebolla y huevo duro" es la más rica a la hora de expresarse juguísticamente, pero no se quedan atrás la de "tomate, lechuga y cebolla" o la de "zanahoria, lechuga y huevo duro".
También me gusta comer la manzana con la boca medio abierta y de costado imitando el ruidito que hace mi perro cuando mastica manzanas.
Al pan lactal le saco toda la cascarita (que se la come mi perro), y me como solamente la miga. Eso me da culpas, y creo que tiene que ver con un trauma que me quedó de chica cuando una tarde en la casa de una amiga nos comimos todo el relleno de las Merengadas dejando la masa. Claro, que después la mamá nos "obligó" a comernos las galletitas solas sin el relleno al grito de "¡USTEDES QUÉ SE CREEN, YO ME MATO TRABAJANDO Y ACÁ TIRAN LA COMIDA ENCIMA QUE HAY GENTE QUE NO TIENE PARA COMER!!".
Y durante años no quise ni acercarme a las Merengadas, aunque todavía me sigo comiendo el relleno solo de las Rumba cuando nadie me ve.