Podría decirse que cuando era adolescente me salvé de ser violada gracias a la fobia "premonitoria" de mi abuela.
Yo tenía diecisiete años, un vestido largo y negro y una abuela siempre temerosa de que se quede el ascensor y que vivía en el último piso de un edificio del barrio de Flores.
En aquel entonces, además de no existir el delívery ni los celulares ni las especies en extinción, tampoco existían las puertas que cerraban automáticamente y que había que bajar a abrir.
Uno tocaba el portero y entraba, y para salir, movía el picaporte y listo.
El tipo entró conmigo justo cuando mi abue me abría desde arriba y, por supuesto, subió conmigo en el único ascensor.
Si hay algo que creo, por experiencia, son los artículos que dicen que un violador puede ser el hombre que menos uno se imagina y también que una mujer es completamente impotente bajo sus manos.
Este tenía el aspecto más legal que jamás había visto.
Unos veinticinco años, rubión o castaño claro con peinadito al costado, de camisita "nada" de color celestito. Era todo lo opuesto a lo que a mi me gustaba en esa época, o sea, post-modernosos de cabeza rapada, borcegos y pilotos largos (léase bien que dije "lo que me gustaba EN ESA ÉPOCA").
-¿A qué piso vas?
-Al octavo.
De haberlo pensado mejor, si hubiese tocado un piso más bajo quizás no me hubiera salvado el "gong" de la fobia (premonitoria) de mi abuela, pero tocó el séptimo, error que hizo que hoy no tenga que estar haciendo todavía terapia bajo un trauma de por vida.
Cuando se iba a bajar, me empezó a cerrar la puerta cortésmente y yo me di vuelta para tocar el botón. Entonces, con un movimiento que no entendí, me agarró por detrás, me tapó la boca con una mano y me apretó fuerte contra la pared mientras me recorría con violencia con la otra mano y me susurraba "te voy a coger, puta, quedate tranquila que te va a gustar"... una y otra vez.
Dicen que muchas mujeres tienen la fantasía de ser violadas. Yo particularmente puedo calentarme con varias cosas, pero esa situación me repugnó.
Al principio no sentí miedo. Sentí una furia casi poderosa pero que no servía de nada.
Intenté moverme y forcejear pero la fuerza del hijo de puta era brutal. Era como si me hubiese amarrado con cadenas. No me dejaba espacio ni para respirar.
Mientras me mantenía fija contra la pared del ascensor, siempre susurrándome asquerosamente me empezó a levantar el vestido y empecé a entrar en pánico.
Cuando una mujer dice que "no pudo hacer nada para defenderse", créanle, por que es increíble la fuerza que tiene un hombre al lado de la nuestra.
Yo sentía que me quedaba sin aire. Me parecía que me estaba matando y justo entonces la fobia de mi abuela le descompaginó el plan.
-¡Tere... ¿se te quedó el ascensor??!!
-...
-¡Tere!
El tipo me soltó, y después de decirme "¡andate a la mierda, puta!" con un grito susurrado, salió corriendo.
Lo crean o no, lo primero que pensé fue que si mi abuela se daba cuenta de algo iba a querer bajar rápido las escaleras y se iba a matar, así que me miré al espejo, me acomodé el pelo, recuperé el aire y subí.
-¿qué pasó que tardabas tanto?
-estaban bajando unas cajas...
-¿y por qué no me contestabas? Pensé que se había quedado el ascensor!
Yo temblaba y sentía la marca de su mano en mi cara, pero por suerte ella ni se enteró.
Diez años después en ese mismo ascensor me quedé atrapada durante cincuenta minutos hasta que me rescataron los bomberos, pero como yo no soy fóbica, eso, fue una pavada.