No soy Susana Giménez, parte II (aquí se clickea y se va a la parte I)

Ante mi madre (que no es Susana Giménez), estábamos comentando con un primo sobre la "chica quemada del subte B".
Para los que nunca la vieron, es una chica que tiene toda la cabeza completamente quemada. No tiene orejas, ni pelos, ni cejas y está toda cubierta de cicatrices.
En vez de manos tiene dos muñones.
La chica suele pasear de una punta a la otra por los vagones del subte línea B pidiendo monedas.
Mi mamá, después de mostrarse realmente impresionada por los comentarios, preguntó...


"¿y en qué parte de los muñones se le ponen las monedas?"

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(en las ranuras, obvio)

El asunto es que es obvio que el único que siempre va a poder volar sin tener problemas es Súperman, porque la gente cree que porque una persona pueda volar, no se enferma, pero no.
Me imagino que si a algún mutante volador se le ocurre ir a sobrevolar, por ejemplo, la Cordillera de los Andes, debe tener que abrigarse tanto que los movimientos le deben resultar casi imposibles.
Los gobiernos deberían tener en cuenta las necesidades de estas personas y repartir trajes térmicos gratuitos para que puedan volar cómodamente. También trajes "pilotos" y con antiparras, porque ahí arriba, si los agarra la lluvia o la nieve, no debe estar bueno.
El granizo, por otro lado, no es tan grave, porque las piedras no les golpearían con tanta fuerza como si estuviesen en el piso (bah, según porque si es un vuelo rasante te quiero ver), pero un desmayo de altura es muy peligroso, por lo que deberían llevar como una especie de airbag envolvente (uno quedaría adentro) que se abra al alcanzar el cuerpo determinada aceleración, índice de que la persona está inconsciente y cayendo.
Y por cierto, conviene que los mutantes voladores se apliquen todos los años la vacuna antigripal y consuman mucha vitamina C, porque volar con tos debe ser muy incómodo, y no se olviden que son tan seres humanos como uno, y el hecho de que sean mutantes, no les hace tener súpersalud.

Recuerdos

Me acuerdo que estaba boca arriba, mirando al cielo, y sentí un sacudón muy fuerte.
-¿qué pasó? -escuché preguntar a mi mamá.
-no, nada, se salió una rueda -contestó mi papá.
Entonces vi como él se acercaba a mí y me alzaba.
Miré para abajo, y estaba mi madre recogiendo la rueda y metiéndola adentro de un cochecito azul.

Yo tenía menos de seis meses, porque a esa edad, nos mudamos del lugar en donde pasó eso. Aunque lo de la mudanza me lo contaron cuando quince años después me acordé del hecho de repente.
Lo que no alcanzo a entender, es si ya "entendía" el lenguaje, o me quedó grabado el diálogo y lo entendí después, cuando lo recordé sabiendo hablar.
Como cuando cantás una canción en otro idioma que empezás a aprender y de repente entendés la letra que antes no entendías.
En todo caso, lo cierto es que en la secuencia entendía, si no las palabras, la tranquilidad en las voces de mis padres.

Los arrolladitos de rottweiler



La china de la rotisería de a la vuelta de mi casa (supongamos por suponer que se llama Chin Yiu), tenía un cachorrito que cuando creció se transformó en rottweiler.
A veces, yo les compro las comidas típicas, chaw fan (arroz) con huevo, chaw mien (fideos) con verduras, pollo con almendras o... arrolladitos primavera de "carne".
Un día el rottweiler desapareció, y yo ni quise saber qué lo habrían hecho porque piensen esto:

-yo soy de las que dicen que su perro es como su hijo
-Los hijos de un ser humano, son seres humanos
-Los humanos que comen humanos, son caníbales
-Si un humano se come a su hijo, es caníbal
-si mi perro es como mi hijo
-y yo me comí un rottweiler
-¡Entonces yo soy caníbal!

Y pese a que la sonrisa de Chin Yiu es una constante, tengo la impresión de que cuando le pido "arrolladitos primavera", se agranda.

*La película del afiche, Dumplings, no es recomendable casi para nadie.
*Este es un post casi inventado, para su realización no se ha lastimado a ningún animal, excepto quizás al pobre rottweiler, pero nunca lo sabremos.
*¡Sí, estaban ricos los arrolladitos, ¿y qué?!

Mi vecino el asesino


Ser testigo de un crimen es algo demasiado peligroso, así que eso no.
Lo que quiero es por ejemplo, sospechar que en realidad mi vecina (a quien todavía no mataron), no murió de muerte natural como todos creen, si no que fue asesinada por su marido para cobrar el seguro.
Iniciar una aventurera investigación como la que inician Woody Allen y Diane Keaton en "Misterioso asesinato en Manhattan" sería sin dudas, altamente emocionante.
Importaría tan poco el resultado de los descubrimientos si los hay, y sería tan disfrutable el "durante", que la muerte de mi vecina habría justificado toda su existencia.
Por suerte no la conozco, no sea cosa que se me ocurra prevenirla y me arruine la fiesta matando ella a su marido y encima con atenuantes por defensa propia.