Tu secreto punto com

Cuando le compro el pepino a la tortuga y el verdulero me pregunta por el tamaño: "¿así está bien?"..., siempre le digo que sí por que me da cosa contestarle: "no, lo quiero más grande".

Salir de golpe

















No sé por dónde, por que la ventana está cerrada, pero por algún recoveco se mete en mi casa una de esas moscas verdes y espantosas.

Por supuesto, empieza a golpear insistentemente el vidrio para salir pero cada vez que le abro la ventana la mosca se vuelve tercamente hacia adentro y como hace calor y no quiero que se vaya el fresco del aire acondicionado, la vuelvo a cerrar.
Después de intentar caritativamente salvarle la vida a la pobre mosca, voy en busca del raid y la rocío en el aire generosamente.
Ella revolotea un rato zumbando cada vez más entrecortadamente pero en vez de caer en espiral, se va hacia la habitación contigua de la que nunca vuelve.
Extrañada la voy a buscar, pero ni la veo ni la oigo.
La busco detrás de los muebles, encima, debajo, barro el piso para ver si aparece, pero no la encuentro por ningún lado y entonces me atacan las dudas: ¿y si no murió?, ¿y si está escondida?, ¿es el Raid un químico confiable?, ¿y si durante la noche muta y crece?
¿Qué pasaría si mientras duermo se convirtiese en una mosca grande como un cocodrilo adulto?
Por las dudas al irme a dormir le dejo la ventana abierta. Nunca se sabe el tamaño que pueden alcanzar los insectos mutantes al crecer y no quisiera que la muy guacha me rompa el vidrio cuando salga.

Desapariciones

Piensen en que están absolutamente solos en su casa y se fueron a bañar, como les entró champú en los ojos, los cerraron.
Saben sin lugar a dudas que han dejado las toallas colgadas en el mismo lugar de siempre y estiran la mano para agarrar una pero encuentran que en donde debería estar no hay nada.
Podrían seguir tanteando el aire, pero de sólo pensar en por qué desaparecieron los paños se aterrorizan y rápidamente levantan los párpados para comprobar que todo está en donde debe estar (todo colgado en la pared) y que quizás (es obvio) al estirar antes la mano (raro, eso jamás les había pasado) apuntaron mal.
Suspiran aliviados mientras intentan nuevamente asir los toallones, y entonces la desesperación les golpea la garganta cuando descubren que no son ellos los que faltan si no que son ustedes mismos los que han desaparecido.














Mi abuela era la única del pueblo que tenía bañera en su casa.
Poco antes de morir nos confesó a sus hijas y a sus nietas que se había casado embarazada.
Había nacido en 1906 siendo la hija "bastarda" de un tipo cuyo nombre hoy luce una escuela del barrio de Caballito y una calle casi invisible de Capital Federal.
En aquel entonces a la mayoría de la gente le costaba pensar más allá de si misma. Al respeto se lo llamaba miedo y era digitado por una de las instituciones más irrespetuosas de todos los tiempos, la iglesia católica.
Como ser hija de padres no casados era un pecado contagioso que ameritaba el aislamiento y el infierno y como no quiso que sus hijas sufran lo mismo que ella, se fue a vivir al campo con su marido cuando se enteró de su embarazo precoz.
En ese lugar la gente no era mejor, pero ellos llegaron casi a punto de parir, con una libreta de matrimonio reciente aunque real y una hermosa tina de baño estilo europeo.
En ella se bañaron durante un par de décadas los jóvenes casaderos del poblado en el día previo a la boda.
Mi abuela decía que la habían querido por simpática.
Yo creo que era por la bañadera.

Secretos de familia

A mi primo, cuando tenía tres años, lo internaron por una sobredosis de aspirinetas.

Los deseos de la infancia


Cuando yo era chica quería vestirme como el Hada Patricia. Entiéndase que yo no quería SER, si no, VESTIRME como ella.
El hada Patricia era un personaje de García Ferré, enemiga acérrima de la Bruja Cachavacha y amiga íntima de Súper Hijitus.
Tenía el pelo rubio, lacio y lucía un vaporoso vestido de gasas y tules rosados. Aparecía en un programa en vivo y en directo pero parecía que caminaba siempre en cámara lenta mientras agitaba en alto su varita y sonreía como una pelotuda.
Otra de las cosas que quería hacer era cortar el pasto. Como no tenía ni pasto, ni cortadora me prometí a mi misma que algún día iba a comprarme una casa con jardín para realizar mi sueño.
Hace poco tuve la oportunidad de hacerlo (en casa ajena). En realidad yo ya sabía que no me interesaba cortar nada, pero decidí hacerlo para sacarme las supuestas ganas que creí tener desde la infancia.
¡Por Dios que no se me ocurra comprobar ahora si sigo o no teniendo ganas de salir a la calle vestida como el hada Patricia!

Excusas etílicas

"¡Qué increíble, anoche con el calor que hacía no me di cuenta de la cantidad de cerveza que estaba tomando!"

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(Es que mis amigos no son alcohólicos, son "sensibles al calor")