1984


Una cosa que me molesta, es tener a la webcam apuntándome.
Nunca la uso; de hecho, ni siquiera abro el msn, pero a veces viene gente a casa y la pone en posición; entonces, cuando me doy cuenta, la pongo nuevamente boca abajo.
Para que no me mire. Obvio.

Del cielo, de los áizenbergs y del olvido

Mi amigo y yo, nos acostamos a dormir una siesta. Hablamos un rato sobre su dificultad para recordar los sueños, hasta que se durmió.
Hablando dormido, dijo las siguientes palabras:
-"Vuela como un aizenberg*, sin alas".
En seguida me dormí yo y tuve este sueño:
Estamos en la larga galería de un antiguo edificio abandonado. Por los ventanales entra el sol a chorros.
-¿te das cuenta de que esto es un sueño? -le pregunto eufórica a mi compañero.
-¿te parece?... no sé... no estoy seguro...
-¡estamos soñando! ¡estamos soñando los dos lo mismo y si queremos nos podemos tirar por la ventana y podemos volar!
-sí, qué sé yo... no sé...
-¡mirá! -le digo yo lanzándome al vacío.
Mientras revoloteo en círculos por el patio interno del colegio (porque ahora me doy cuenta de que es un colegio antiguo y abandonado), miro a mi amigo que se ha quedado parado en la ventana. Lo quiero saludar, pero él está cabizbajo. Le grito, pero ni aún así levanta la cabeza. Vuelvo a la galería y aterrizo suavemente su lado. Cuando ve mis pies, se anima a mirarme.
-¿me viste volar? -le pregunto.
-No; me dio miedo. Mejor así, porque únicamente los áizenbergs pueden volar sin alas.
Como era de esperar, cuando despertamos, él no se acordaba de nada.


*el suceso ocurrió muchos años atrás. El día anterior, habíamos ido a una exposición de Roberto Aizenberg lo que, obviamente, explicaría las palabras de mi amigo.

Tengo una vecina de 87 años con la que siempre hablo sobre (obvio) lo bien que está para su edad. Hoy mandó saludos para mi mamá y yo le contesté:

-muchas gracias... "igualmente".


(ya no estoy tan segura de no ser Susana Gimenez)