Me voy a la noche, y deseo, en estas vacaciones, encontrar algo maravilloso. Por ejemplo una cueva escondida en el suelo o entre las rocas con un tesoro pirata multimillonario. O bueno, no necesariamente pirata, puede ser un tesoro de alguna tribu de indios latinoamericanos extinguidos que todavía nadie descubrió pero voy a descubrir yo, ¿y por qué no la ciudad completa?
Por supuesto que antes de avisar a las autoridades me voy a esconder gran parte de ese tesoro, porque no nos engañemos, que si no me lo escondo yo, seguro que se lo esconde el primer policía de turno que va a venir a ver la "pelotudez" (porque seguro que va a pensar que es una pelotudez hasta que lo vea y después va a pensar sólo en el oro) que quiero mostrarles, si es que viene, porque a lo mejor no viene y entonces, el gran descubrimiento de mis nuevos indios (más bien sería "antiguos, extinguidos y desconocidos", pero para mí, que estaría de vacaciones, serían "nuevos" y "míos") se perdería otra vez en el atardecer de la humanidad y para siempre.
Pero supongamos que el policía sí viene, y mira todo ese oro. Antes de llamar al comisario se robaría otro porcentaje, y el comisario lo mismo, y así hasta que para cuando fuesen a llegar los antropólogos, arqueólogos, etc., la cueva (o la ciudad) estaría vacía y otra vez se habría perdido para siempre el descubrimiento de estos, mis nuevos indios excepto por los espíritus que andarían eternamente rondando el lugar enojadísimos.
Me pregunto cuántos indios nuevos no ha conocido el mundo por culpa de la policía corrupta que se roba todo el oro antes de que salga a la luz.
Entonces, decía, antes de avisar a la policía (que debería avisar a las "autoridades"), voy a llevarme gran parte del oro y listo.
O mejor no aviso nada y me lo quedo todo para mí, total... a cómo viene la mano, parecería ser que la única que va a conocer a estos indios soy yo.
(Para dejar tranquilos a los fantasmas, prometo donar el cincuenta por ciento vaya uno a saber para qué cosa, y el otro cincuenta repartirlo para el servicio de pro-ayuda al bloguero necesitado o algo así, en el que me encontraría incluida)

Podría también, desear conocer al hombre del que me enamore profundamente y que se enamore de mí, porque estoy medio podrida de que nunca me coincidan esas dos cosas, pero a decir verdad eso lo veo tan pero tan fantasioso que por ahora me conformo con el tesoro escondido.

hagan click sobre la imágen para leer el prólogo de "H.P y Giuseppe Bergman: Comienza la aventura", 1978 (si no les sale en el primer intento, retrocedan y prueben de nuevo que no sé por qué yo tengo que hacer eso porque en la primera no me sale), y si pueden, consíganse este alucinante cómic (en la cantidad de tomos que sean) del genial (genial) Milo Manara (click sobre Manara).