Ser feliz es una página doce

Tengo el deber de informarles que he sido nombrada en Página12. Sí, aquí mismo en ESTA nota.
O sea, ya sé que deber de informarles, lo que se dice deber no tengo, pero casi.
Es decir... no se vayan a creer que me re interesa...
Bueno... un poco...
Bah... má sí!!! ME ENCANTÓ!!!!!!
Y sí... tengo un día de felicidad asegurada porque hoy me creo mil y creerse mil es parte de la felicidad así que hasta que no me bajen de un hondazo (y miren que va a tener que ser un florrrr de hondazo), soy feliz y creí conveniente remover el posteo que había publicado anoche por irrelevante y dejarlo para más adelante (con comentario incluído) porque en este momento TODO es irrelevante y nada más importante que Página12 en mi vida y en mis temas de conversación al menos hasta después de comer.

(gracias Paula Carri, así, sin conocerte me caés bárbaro)

Sépanlo

Es importantísimo que todos tengan en claro una cosa: la imaginación es siempre ilimitada, y la creatividad es una cuestión de practicar y ejercitarse en la combinación de experiencias propias o ajenas, que estén en nuestra imaginación.
Alguien podría decir que a falta de experiencias aparece la imaginación que aumenta la capacidad creativa; o lo opuesto, o sea, que para ser creativo habría que acumular experiencias. También hay quienes sostienen que la imaginación y la creatividad son innatas.
Particularmente, creo que cualquiera, absolutamente cualquiera que se ejercite lo suficiente, puede finalmente convertirse en una persona altamente creativa. No hacen falta infinitas experiencias ni infinitos elementos que observar para poder crear. Basta tener bien ubicadas seis cosas esenciales: la línea y el círculo, la luz y la sombra, lo húmedo y lo seco. De esos elementos se extrae lo necesario para poder obtener todo. Ahí está lo rígido y lo blando, el color y la oscuridad, la vida y la muerte; y ahí está escondido el secreto simplísimo de la creatividad, porque ahí está todo.
Lo demás es una cuestión de practicar. Combinen, revuelvan, corten, peguen y mezclen.
Y es necesario que sepan esto porque es el único terrible gran problema de la mayoría: que no lo saben.

Planeta Seven

Es el anochecer del primer día de mis vacaciones.
Salgo a dar una vuelta por el pueblo y es además, la primera vez en este lugar tan chico y alejado de mi mundo conocido.
El centro es de dos o tres cuadras con algunos bares, cuatro o cinco restaurantes y algunos locales de ropa.
Entro en un bar a tomar algo.
Ni bien entrar veo cuatro chicas adolescentes y muy delgadas que, divertidas, consumen una 7Up con un limoncito en el vaso cada una.
Recorro con la vista el sitio en busca de una mesa en donde sentarme, y entonces mis ojos se van posando en las otras mesas.
Dos mujeres pintarrajeadas charlan animadamente con sendas 7Up con limón en su mesa. Un matrimonio con dos chicos, acompañan su cena con una botella de las grandes de 7Up con sus limones personales y sonrisas. Un señor mayor se ríe mientras lee el diario y toma, por supuesto, una 7Up con el limoncito. Tres o cuatro mesas más están ocupadas; todos consumen 7Up con limón y parecen sospechosamente felices.
-Es obvio que acá lo único que tienen es 7Up -pienso- pero... ¿y el limón?
Como por instinto me siento cerca de la puerta de calle.
-¿qué se va a servir? -me pregunta el mozo.
-¿tiene Coca-Cola light? -le pregunto obviamente sin esperanzas y sólo por costumbre. De pronto, en la estancia reina un silencio helado.
-sí... - me contesta el mozo con sequedad- ¿le traigo una?
-¿Sprite Zero?
-sí...
-¿Agua tónica? ¿Coca común?...
-sí señorita. Tenemos la línea Pepsi completa, y la línea Coca también.
Un frío me recorre la espalda. Me doy cuenta de que una de las adolescentes se dio vuelta para mirarme, pero ya no ríe. Las viejas se miran fijamente entre sí como si se les hubiese detenido el tiempo. Todos en el bar se han quedado en silencio.
-¿té... café?
-también -me responde el mozo desafiante. Y agrega lentamente y modulando muy bien las palabras- ...lo que usted quiera...
-entonces -contesto decidida- ¡tráigame una 7Up con limón!
Un suspiro de alivio se deja oír a coro en toda la estancia.
Y yo sé que hice bien; ser valiente es una cuestión de inteligencia.
En esa situación pedir una Coca-Cola light no hubiera sido un acto de valentía: hubiera sido un suicidio.

Deseos pre-vacacionales

Me voy a la noche, y deseo, en estas vacaciones, encontrar algo maravilloso. Por ejemplo una cueva escondida en el suelo o entre las rocas con un tesoro pirata multimillonario. O bueno, no necesariamente pirata, puede ser un tesoro de alguna tribu de indios latinoamericanos extinguidos que todavía nadie descubrió pero voy a descubrir yo, ¿y por qué no la ciudad completa?
Por supuesto que antes de avisar a las autoridades me voy a esconder gran parte de ese tesoro, porque no nos engañemos, que si no me lo escondo yo, seguro que se lo esconde el primer policía de turno que va a venir a ver la "pelotudez" (porque seguro que va a pensar que es una pelotudez hasta que lo vea y después va a pensar sólo en el oro) que quiero mostrarles, si es que viene, porque a lo mejor no viene y entonces, el gran descubrimiento de mis nuevos indios (más bien sería "antiguos, extinguidos y desconocidos", pero para mí, que estaría de vacaciones, serían "nuevos" y "míos") se perdería otra vez en el atardecer de la humanidad y para siempre.
Pero supongamos que el policía sí viene, y mira todo ese oro. Antes de llamar al comisario se robaría otro porcentaje, y el comisario lo mismo, y así hasta que para cuando fuesen a llegar los antropólogos, arqueólogos, etc., la cueva (o la ciudad) estaría vacía y otra vez se habría perdido para siempre el descubrimiento de estos, mis nuevos indios excepto por los espíritus que andarían eternamente rondando el lugar enojadísimos.
Me pregunto cuántos indios nuevos no ha conocido el mundo por culpa de la policía corrupta que se roba todo el oro antes de que salga a la luz.
Entonces, decía, antes de avisar a la policía (que debería avisar a las "autoridades"), voy a llevarme gran parte del oro y listo.
O mejor no aviso nada y me lo quedo todo para mí, total... a cómo viene la mano, parecería ser que la única que va a conocer a estos indios soy yo.
(Para dejar tranquilos a los fantasmas, prometo donar el cincuenta por ciento vaya uno a saber para qué cosa, y el otro cincuenta repartirlo para el servicio de pro-ayuda al bloguero necesitado o algo así, en el que me encontraría incluida)

Podría también, desear conocer al hombre del que me enamore profundamente y que se enamore de mí, porque estoy medio podrida de que nunca me coincidan esas dos cosas, pero a decir verdad eso lo veo tan pero tan fantasioso que por ahora me conformo con el tesoro escondido.

hagan click sobre la imágen para leer el prólogo de "H.P y Giuseppe Bergman: Comienza la aventura", 1978 (si no les sale en el primer intento, retrocedan y prueben de nuevo que no sé por qué yo tengo que hacer eso porque en la primera no me sale), y si pueden, consíganse este alucinante cómic (en la cantidad de tomos que sean) del genial (genial) Milo Manara (click sobre Manara).

Hace unos meses zarandeó a su gatito hasta matarlo. Más tarde, arrojó al hamster desde el balcón de su quinto piso.
La otra noche, tras dejar un reguero de gente golpeada y protestando en impotente voz baja, cuando por fin se lo llevaron se convirtió en el tema de conversación de la reunión.
Y no es para menos: apenas tiene 3 años.