Es el anochecer del primer día de mis vacaciones.
Salgo a dar una vuelta por el pueblo y es además, la primera vez en este lugar tan chico y alejado de mi mundo conocido.
El centro es de dos o tres cuadras con algunos bares, cuatro o cinco restaurantes y algunos locales de ropa.
Entro en un bar a tomar algo.
Ni bien entrar veo cuatro chicas adolescentes y muy delgadas que, divertidas, consumen una 7Up con un limoncito en el vaso cada una.
Recorro con la vista el sitio en busca de una mesa en donde sentarme, y entonces mis ojos se van posando en las otras mesas.
Dos mujeres pintarrajeadas charlan animadamente con sendas 7Up con limón en su mesa. Un matrimonio con dos chicos, acompañan su cena con una botella de las grandes de 7Up con sus limones personales y sonrisas. Un señor mayor se ríe mientras lee el diario y toma, por supuesto, una 7Up con el limoncito. Tres o cuatro mesas más están ocupadas; todos consumen 7Up con limón y parecen sospechosamente felices.
-Es obvio que acá lo único que tienen es 7Up -pienso- pero... ¿y el limón?
Como por instinto me siento cerca de la puerta de calle.
-¿qué se va a servir? -me pregunta el mozo.
-¿tiene Coca-Cola light? -le pregunto obviamente sin esperanzas y sólo por costumbre. De pronto, en la estancia reina un silencio helado.
-sí... - me contesta el mozo con sequedad- ¿le traigo una?
-¿Sprite Zero?
-sí...
-¿Agua tónica? ¿Coca común?...
-sí señorita. Tenemos la línea Pepsi completa, y la línea Coca también.
Un frío me recorre la espalda. Me doy cuenta de que una de las adolescentes se dio vuelta para mirarme, pero ya no ríe. Las viejas se miran fijamente entre sí como si se les hubiese detenido el tiempo. Todos en el bar se han quedado en silencio.
-¿té... café?
-también -me responde el mozo desafiante. Y agrega lentamente y modulando muy bien las palabras- ...lo que usted quiera...
-entonces -contesto decidida- ¡tráigame una 7Up con limón!
Un suspiro de alivio se deja oír a coro en toda la estancia.
Y yo sé que hice bien; ser valiente es una cuestión de inteligencia.
En esa situación pedir una Coca-Cola light no hubiera sido un acto de valentía: hubiera sido un suicidio.