Frases que me tienen harta

Actos fallidos, proyecciones, mecanismos de defensa, complejos de Edipo, victimizaciones.
Repitan tres veces seguidas (con voz de estar imitando a un pelotudo): "no es amor es obsesión, no es amor es obsesión, no es amor es obsesión".
Harta me tiene Freud.
Díganme porrrr favorrrr, ¿quién se cree que es para venir a meterle todas esas cosas en la cabeza a la gente? ¿se dan cuenta?? No es justo!
Ahora repitan tres veces seguidas (con voz de estar imitando a un pelotudo): "no te hagás la víctima, no te hagás la víctima, no te hagás la víctima"...
Hacerse cargo de aquí, ocuparse de uno mismo de allá... Así no vale. Así a nadie se le puede echar la culpa de nada. No es justo!!
Eso es no tener libertad para sufrir tranquilo!!!


Conflicto teológico puteante (Dios no cocina porque no le gusta)

Mi conflicto mayor con Dios se da cuando lo puteo.
Me pregunto: ¿Cómo puedo putear a alguien en quien no creo? (o que al menos no creo que sea puteable). Entonces automáticamente me corrijo: no es que no crea (o que no sea puteable), es que, si es realmente puteable, está completamente loco.
Y voy al punto: si el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, y yo últimamente lo vivo puteando, ¿me estoy puteando a mí misma?
Ese es el problema de vivir sola y no tener a quién echarle la culpa de, por ejemplo, haberte olvidado en el horno la tarta de acelga que estuviste preparando una hora con el respectivo gasto económico anterior y posterior, o sea, el que se va a dar a la hora de pedir las empanadas*que voy a tener que comer en el lugar de esa tarta.
¡Qué digo que no tengo a quién echarle la culpa! ¡Claro que tengo! A Dios, que está loco y hecho por mí a mi imagen y semejanza. Entonces ahí lo empiezo a querer, porque soy yo, no por otra cosa, porque para mí sigue estando loco porque la verdad... ¿a quién se le ocurre venir y quemarle la tarta de acelga a Dios que con tanto amor la preparó???
Hay que estar loco para agarrar y quemarle la tarta a Dios. Yo no haría algo así nunca. Entonces, si yo no quemaría la tarta de Dios, yo ¿no soy Dios? ¿No me puteo a mí misma?
Ahí es cuando todo empieza de nuevo, empiezo a putear de nuevo y aparece el conflicto. Y ya no sé siquiera, si creo en mi propia existencia.


*Por cierto, qué grosas las empanadas de Cumén-Cumén.