¿Ya les conté que hace unos meses, en plena Avenida Corrientes, muy cerca del Abasto, me tropecé, fui haciendo pasos de baile para no caer pero igual quedé toda planchada en el piso como si estuviese durmiendo boca abajo? ¿Les dije que pude afrontar con altura el papelón de que vengan TRES hombres mayores (mayores de 70, ponéle) a ayudarme a levantar, y que, mientras yo intentaba desesperadamente ponerme lo más rápido posible en posición vertical para salir corriendo, uno me dijese...
-"Despacio, señora... quédese tranquila que nadie la apura"?

Es evidente que estoy entrando en la tercera edad y no quiero asumirlo.